Hace unas semanas, cuando comencé el curso Paisajes de aprendizaje, pensaba que esto consistía simplemente en pensar una serie de actividades y ponerlas de un modo más llamativo para nuestros alumnos, creando, por ejemplo, un mundo imaginario en el que fueran avanzando a medida que avanzaban sus conocimientos sobre el aspecto concreto de la materia que yo quería que estudiasen.
Pues bien, en el ecuador del curso me doy cuenta de que , por supuesto, no era algo tan superficial.
Los profesores tenemos que invertir tiempo en crear actividades motivadoras y productivas para nuestros alumnos, sí, pero además hay que incluirlas en la programación y enfocarlas dentro de la evaluación y de sus criterios de evaluación o estándares de aprendizaje.
De modo que si relaciono un novel de la taxonomía de Bloom con una inteligencia múltiple, hay que ir mucho más allá. No nos limitamos a pensar la actividad. Hay que pensar además: ¿qué quiero que aprendan? ¿cuáles son los objetivos? ¿cómo lo voy a evaluar? ¿qué recursos usaré en cada tarea? ¿obligatorias, voluntarias, opcionales...?
Poco a poco voy elaborando lo que será mi primer paisaje de aprendizaje y ya va tomando forma. Pero esa forma hay que crearla desde la base, para poder llegar al final hay que sentar bien los cimientos.
Espero que esto sea solo el principio de una nueva forma de hacer mis clases, mejores para mis alumnos y para mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario